Quería hablaros de cómo pasé el día del padre. La pasé demasiado bien. Ver a mi propio padre jugando con mi Narula, abrazándola, besándola, hablándole dulcedades a tutiplén, ¿que más puedo pedir? Sólo una cosa: daría la mitad de mi corazón por verlos juntos de nuevo el año próximo.
No quiero pensar que cada foto que les tomo podría ser la última.
En el (último / único) recuerdo que tengo de mi abuelo, estoy sentado en sus rodillas abriéndole una curita para una herida en su brazo. Y le explico cómo ponérsela. Nunca olvidaré la sonrisa de complicidad entre mi padre y el suyo.
¿Qué recuerdo tendrá Narula de nosotros?
Voy a preparar la cámara.
martes, 19 de junio de 2007
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Se crece mientras el tiempo transcurre, el cristal va matisando sus tonos, la volatilidad baja, los intereses son otros y las preocupaciones cambian. Y se aprende de experiencias ajenas, el valor de las cosas cambian. Y tantos recuerdos se atesoran y lo que ayer no era nada, hoy es la vida misma que deja de llegar cada día y ahora se empieza a marchar.
ResponderBorrarLa niñez cuenta cada día para su cumpleaños, la juventud vive cada día como el último y la vejez piensa que cada día es el último. Al final del camino, de esta aventura....
Gloria, ya dejé de pensar, voy a jugar canicas